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Publicado en el Diario El País del 2.4.11, con la autoría de Rafael Fraguas.

La cumbre de expertas y expertos convocada por la Masonería laica en el Ateneo de Madrid con el Nueva Ética Social en el siglo XXI como objeto de debate fue clausurada a media tarde de hoy tras una conferencia matinal de Victoria Camps, que invocó la complementariedad de las ideas de la justicia preconizadas por el filósofo estadounidense John Rawls con las ideas sobre las apremiantes necesidades sociales explícitas en el Índice de Desarrollo Humano invocado por Amartya Sen, Premio Nobel de Economía en 1998. Por su parte, María Luz Sanz, maestra masona, disertó sobre la espiritualidad humanista y su compatibilidad con el proceder masónico.
En la sesión de la tarde, Carlos Berzosa, Rector magnífico de la Universidad Complutense, el doctor Luis Montes y el medioambientalista Pedro Costa Morata, protagonizaron un vivo debate sobre los retos de la economía, la bioética y la ecología, con críticas al comportamiento de algunas autoridades japonesas a propósito del reciente desastre nuclear registrado en la central de Fukushima. La velada concluyó con la lectura de un manifiesto elaborado por varias decenas de talleres masónicos de toda España. En él, frente a concepciones inmovilistas de la moral, los autores asumen una visión dinámica de la eticidad pública, inducida por los cambios operados en la sociedad de la Información y la Comunicación.

Tras definir la ética como «ciencia del comportamiento», el manifiesto encara el fenómeno de la posmodernidad desde una mirada crítica ya que, según establece, «aporta un ansia de exclusividad que confunde lo sustancial con lo aparente» para cristalizar en una «sociedad de la novedad, donde todo es efímero». Define luego tal confusión como una «nueva versión del fanatismo, que fructifica en la insolidaridad, en el desprecio por el equilibrio con el entorno medioambiental y en la explotación irracional de la Naturaleza por el hombre, justificada por un más que dudoso y nada ético progreso».

El texto ha sido redactado por talleres pertenecientes a la Federación del Derecho Humano, la Gran Logia Simbólica Española, el Gran Oriente Francés y la Gran Logia Femenina de España, entidades que componen el Espacio Masónico de España, que se identifica con la Masonería autodefinida como liberal, adogmática o laica.

El documento, leído en la clausura vespertina de la reunión, se refería asimismo a que «la explotación se ha vuelto más brutal (…) el consumismo ha adquirido el papel de nueva religión (…) y los avances científicos, si bien de un lado, facilitan la vida, paradójicamente, contribuyen a incrementar las diferencias sociales». Según el razonamiento incluido en el manifiesto, esas mismas «diferencias sociales hacen a las nuevas mayorías cada vez más dependientes de las oligarquías dominantes (…) que han adquirido un nivel global de poder que aleja cada vez más la posibilidad de controlarlas», mientras que «la manipulación informativa» -remarca el documento- «produce una sociedad cada vez más sumisa y acrítica». Resultados de la concepción posmodernista y globalizada del mundo son, para la Masonería liberal y laica, «la precariedad, la incertidumbre y la desaparición de referentes éticos».

Como propuesta, los promotores del manifiesto consideran obligada a «una redefinición de la manera de ser en el mundo y el establecimiento de nuevos códigos» éticos. Preconizan una eticidad encaminada a construir estructuras sociales basadas en el Desarrollo Sostenible, con una distribución equitativa de los recursos, donde se frene la compulsión consumista occidental -«muchas veces asentada en la explotación de seres humanos y de recurso de otros continentes», precisa el documento- y su «sustitución por un consumo racional responsable».

Como metodología para lograr estos propósitos los autores del comunicado masónico promueven «una educación integral que recobre la capacidad crítica (…); la recuperación del poder por el individuo en la democracias (…); y la refundaciòn de la idea del progreso de la Humanidad guiada por la razón y la tolerancia». El texto culmina con un alegato a favor de la «laicidad y la absoluta libertad de conciencia. Para afrontar los nuevos retos», agrega el manifiesto masónico, «bastan las viejas herramientas, los principios del Humanismo, los que deben alumbrar nuestro caminar por el tiempo y que no son otros que la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad», concluye el escrito.